Para los que quieren escapar de la civilización y sumergirse en la auténtica atmósfera de un pueblo serrano, Belitsa es el lugar indicado.
Foto: Veneta Nikólova
Poca gente, inclusive en Bulgaria, conoce los lindos parajes de Belitsa. Pero este pequeño pueblo del Sudoeste búlgaro, asentado en las vertientes del monte Rila, recientemente ha sido incluido en una red turística especial que cataloga los más atractivos lugares para ecoturismo de Europa. Eso ha sido posible gracias al proyecto europeo EDEN, que pretende dar a conocer aquellos sitios, interesantes por su valor cultural o por su naturaleza, que son poco conocidos.
En el marco del proyecto, en Bulgaria por segundo año seguido se celebró un concurso nacional con el propósito de determinar “la destinación turística búlgara excelente”. Tras una reñida competencia entre varios municipios, parques naturales y áreas protegidas, se llevó la palma la villa de Belitsa. Ese hermoso rincón de Bulgaria, junto con otras 21 localidades, ahora es objeto de una campaña de publicidad en Internet y en distintas cadenas televisivas organizada por la UE. Belitza está situada en la periferia del Parque Nacional de Rila. El mismo forma parte de otra red europea, la PAN Parks, que reúne las zonas más protegidas del Viejo Continente.
Los poblados de la región están dispersos en los pies del monte Rila. Belitsa no tiene el colorido de las ciudades renacentistas búlgaras ni de las villas etnográficas. Las fachadas de la mayoría de las casas, construidas durante la época socialista, son uniformes y monótonas. En cambio éstas están rodeadas de verdor y arriates de flores multicolores.
Como en tantos otros poblados búlgaros, por encima de los tejados se elevan la cruz de la iglesia local y el minarete de la mezquita – un símbolo elocuente de la amistosa coexistencia entre dos comunidades religiosas. Un arroyo de agua transparente, que baja de la montaña, atraviesa el pueblo, en el aire se siente un olor a resina que afluye de los bosques contiguos.
Maya Padáreva de la Casa de Cultura de Belitsa explica:
”Un proyecto de la municipalidad de Belitsa permitió la implementación de seis senderos ecológicos, con rincones acondicionados para el descanso, así como dos torres de observación. Cada uno de los senderos revela la gran diversidad de nuestro patrimonio natural desde puntos de vista diferentes. Para los excursionistas aseguramos también guías turísticos. Resulta que la gente está interesada en recorrer esos trayectos. Ahora que Belitsa está incluida en la red EDEN, esperamos que el número de turistas se multiplique”.
Esparcidos en las inmediaciones de Belitsa, se encuentran unos de los bosques de pino macedonio, mejor protegidos y más lindos de toda la Península Balcánica. Siguiendo una senda montañosa se llega a los pies de la cima Vapa. Ahí, a más de 2200 metros de altitud extienden sus aguas cristalinas dos lagos glaciares. En derredor se observan circos y morrenas. Son los últimos vestigios de las masas de hielo que hace millones de años cubrían la Tierra.
En esa parte de la montaña abundan las mariposas, por eso los vecinos de la comarca han elaborado un itinerario especial para que los interesados puedan conocer su hábitat. Sin embargo, la atracción más famosa es el parque de readaptación de osos bailadores en las proximidades de Belitsa, situado en medio de colinas pobladas de bosques y praderas bañadas por el sol. Los osos se pasan los días tirados al sol o chapoteando en las piscinas artificiales para deleite de los turistas, que pueden observarlos y hacer fotos desde plataformas montadas con ese propósito.
Belitsa dispone de 4 casas de visita y un hotel para alojar a los turistas. Comodidades bastante aceptables a precios razonables ofrecen las instalaciones del centro de montaña Sémkovo cercano a la villa.
Los habitantes de la localidad alquilan bicicletas para montañas, organizan paseos a lomo de caballo y comidas campestres al aire libre con merienda casera. Aquí se tiene en gran estima el pastel tradicional búlgaro llamado banitsa, en todas sus variantes: relleno con puerro, con pollo, con espinaca o con chucrut. Merecen ser probadas también las ensaladas típicas de la región. La ensalada más común se prepara con hojas verdes de remolacha, ajo tierno y yogur. Después de saciarse de especialidades gastronómicas locales, el visitante puede seguir su paseo por la montaña, donde podrá disfrutar de un silencio casi irreal, interrumpido de vez en cuando por el canto de algún pájaro o por el soplo repentino del viento.
Publicado por BNR
No hay comentarios:
Publicar un comentario