El invierno también ofrece vistas y experiencias extraordinarias y perfectas condiciones para esquiar. Los Ródopes siempre sorprenden, incluso a quienes conocen bien sus colinas. Los turistas que han visitado la montaña han podido disfrutar de sus reservas naturales, pueblos etnográficos, estaciones
de esquí y otras atracciones turísticas tradicionales. Los empresarios locales cada año ofrecen nuevas formas de recreo. A partir del verano de 2013 algunos hoteles spa y balneológicos en los Ródopes Centrales ampliaron sus programas de adelgazamiento, belleza y otros procedimientos con recolección de hierbas medicinales. Sus huéspedes combinan los tratamientos de SPA con el estilo de vida saludable. A tal efecto los herbolarios locales les enseñan cómo identificar y recoger las hierbas curativas en las laderas de la montaña, cómo secarlas y luego hacer infusión que alivia dolencias diversas.
“La observación de osos es una nueva atracción de enorme éxito entre los buscadores de emociones fuertes” – afirma Gueorgui Pampórov, director ejecutivo de la Asociación Regional de Turismo Ródopes. Según él, semejante actividad no se ofrece en ninguna otra parte de los Balkanes. Este tipo de turismo, empero, requiere una actitud especial: estar preparado a recorrer los bosques durante horas seguidas, varias noches consecutivas con el único fin de encontrarse de hito en hito con un animal que no es inofensivo. Tales encuentros directos entre el hombre y la fiera son habituales en los municipios de Devin y Bórino. La población del oso pardo en aquellas regiones ha aumentado significativamente en los últimos años y la organización de semejantes turs nocturnos se ha convertido en un negocio. Sin embargo, existen otras maneras para subir la adrenalina en medio de la naturaleza rodopiana, sin necesariamente tener que poner a prueba la resistencia física y psíquica como, por ejemplo, los recorridos con vehículos todo terreno de lugares inaccesibles y de increíble belleza. Se organizan safaris en jeep hasta las fuentes del río Arda, cerca de la frontera búlgaro-griega, que pasan por varios pueblos de casas antiguas conservadas y rebaños pastando en sus inmediaciones, tan típicos de los Ródopes.
“En el área del municipio de Bórino hay un mirador panorámico maravilloso – dice Gueorgui Pampórov – , está construido en el pico San Ilía, al borde de los acantilados, y desde ahí se abre una vista espléndida. Los colegas de los pueblos vecinos de Yágodina y Gyovren ofrecen paseos en jeep hasta el pico y el mirador, que pende sobre un abismo de unos 400 metros de profundidad”.
Esquí, trineos, snowboard, recorridos con raquetas de nieve, así como cenas deliciosas con vino en las tabernas tradicionales búlgaras mejaná, son sólo algunas de las maneras de disfrutar de las vacaciones de invierno en los Ródopes. Vale la pena hacer una parada en alguna de las aldeas de la zona, de casas de piedra dispersas por las colinas de la montaña. Sus habitantes, principalmente gente mayor, muy sociable y hospitalaria, suelen invitar al viajero a entrar a calentarse con una copa de rakia casera, el aguardiente búlgaro, y un puñado de garbanzos. Otra opción es dar un paseo hasta la localidad Garga Deré y descender en el trolley alpino que comunica las dos laderas de un barranco pintoresco en cuyos pies borbotean las aguas del río Esenska. En la aldea de Trigrad hay una instalación hípica donde se pueden alquilar caballos y galopar libremente por los riscos salvajes de la montaña. “Hay suficientes posibilidades para realizar excursiones en esta región –añade Gueorgui Pampórov– . Los turistas visitan tradicionalmente las cuevas Újlovitza, la Garganta del Diablo y Yágodinska, abiertas durante todo el año. Además, hay numerosas rutas culturales y cognitivas con visitas a museos etnográficos, al Observatorio Astronómico en el pico Rozhen, al planetario de la ciudad de Smolyan, etc., donde, en esta temporada, a los turistas pequeños se ofrecen nuevos programas para conocer el cielo estrellado y el Universo. Tampoco hay que olvidar la deliciosa comida local y el ambiente acogedor que ofrecen casi todos los alojamientos en la región de los Ródopes”, concluye Gueorgui Pampórov.
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